Domingo, 13 de abril 2025
Hoy estamos aquí para honrar la vida de Jorge Villablanca Martínez, un hombre excepcional que dejó una huella imborrable en cada uno de nosotros.
Jorge fue, ante todo, un trabajador incansable. Su dedicación, su esfuerzo y su disciplina fueron siempre admirables. Dio lo mejor de sí, demostrando que con honestidad y perseverancia se pueden alcanzar grandes metas. Y es que la honestidad y la humildad eran pilares en su vida. Jorge jamás alardeó de sus logros; su sencillez y su integridad hablaban por sí solas.
Menos conocida que su ética de trabajo, fue su brillante dominio del idioma inglés. Su capacidad para comunicarse con fluidez y elegancia era reflejo de su curiosidad intelectual y su amor por el aprendizaje.
Fue un gran conversador, siempre bien informado, capaz de debatir con profundidad sobre los temas más variados. Gran lector de cuanto periódico o revista que llegaba a sus manos. En los grises años del terror en nuestro país tendió su brazo fraterno y solidario a quienes lo necesitaron. Supo dar sin esperar nada durante esa época siniestra.
Destacó en su juventud en el ámbito deportivo, Jorge era un atleta nato. Como fondista, fue galardonado en la querida Universidad de su natal Concepción. Su pasión por el fútbol lo acompañó siempre, ya fuera en el campo jugando por Apgar 10 su equipo en el Hospital San Borja o compartiendo su entusiasmo con amigos y familia. Recuerdo la pareja increíble que formamos tu y yo para enfrentar a Orlando y Luciano o Emiliano en el club de Raquetball Martín de Zamora. Es que el deporte no solo era un hobby para ti, sino una forma de vida que reflejaba tu disciplina y tu espíritu competitivo siempre noble.
Y cómo no recordar su lado coqueto y galante. Jorge tenía un encanto natural, un don para hacer sonreír con su picardía a quienes lo rodeaban . Era cordial por excelencia, trataba a todos con amabilidad y respeto, haciendo que cualquiera se sintiera valorado en su presencia.
Mañoso en la mesa, apartaba con paciencia infinita los trocitos de elementos culinarios que no eran de su agrado. Como olvidar su plato sembrado de trocitos de zanahoria al final del almuerzo que compartimos tantas veces en el comedor de la clínica. Especial mención para tu enorme cariño por el personal de Clínicas San Pancracio, Sierra Bella y Santa Rosa. Tenlo por seguro Jorge: ellos jamás te olvidarán.
Pero, sobre todas las cosas, Jorge tenía un gran sentido de la amistad. Sabía ser leal, estar presente en los momentos buenos y en los difíciles. Sus amigos eran su familia extendida, y hoy, su ausencia deja un vacío que solo el amor y los recuerdos que compartimos pueden llenar.
No puedo dejar de mencionar en este instante póstumo el inmenso amor con que cuidó de ti en tus años postreros de enfermedad: tu compañera de toda la vida Ester Saldias. Ella llegó a enfermar hasta el punto de necesitar hospitalización afectada por el síndrome de la cuidadora. Un ejemplo de amor, lealtad y fidelidad que debe ser homenajeado por todos nosotros.
Jorge, aunque ya no estés físicamente con nosotros, tu espíritu seguirá vivo en cada risa, en cada consejo sabio que diste, en cada historia que contaste con esa pasión que te caracterizaba.
Hoy te decimos gracias. Gracias por tu ejemplo, por tu cariño y por los momentos inolvidables que nos regalaste. Descansa en paz, querido Jorge. Siempre estarás en nuestros corazones.
Discurso: Dr. Ariel Fuentes García en representación de Clínica Santa Rosa